Para el diario La Nación, ganó el clientelismo en La Rioja

La reelección de Quintela y la inminente reforma de la Constitución provincial amenazan con aniquilar a la Justicia y terminar de deteriorar las instituciones, según el medio porteño

A pocas horas del triunfo electoral que le permitirá gobernar por otros cuatro años la provincia de La Rioja, Ricardo Quintela confirmó su nulo respeto por los principios republicanos y su vocación autoritaria.

Ayer, envalentonado quizá por su victoria en las urnas, durante una conferencia que ofreció junto al presidente Alberto Fernández –quien viajó a la provincia para subirse al carro triunfal–, Quintela promovió un debate para imponer limitaciones a la prensa y no descartó que esta cuestión sea discutida por la convención que reformará la Constitución riojana y que tendrá una amplia mayoría peronista, de acuerdo con el resultado electoral del domingo.

“Vamos a discutir el tema de la gobernanza de la prensa. Nosotros respetamos la libertad de expresión a rajatabla, pero creemos que es importante que todos nos autolimitemos cuando tenemos que hablar de las autoridades legítimamente electas por la voluntad popular”, expresó el gobernador provincial.

Quintela propicia la creación de una “comisión especial de notables” con facultades para “revisar las sentencias”

Tras instar a debatir “cuál es el rol de la prensa en la democracia”, Quintela, dirigiéndose a los periodistas, sostuvo: “Todos ustedes viven de la pauta del gobierno nacional y desde ahí han empezado a construir otro tipo de negocio”. Según su particular criterio, “entonces es importante que se respete a los que legítimamente fueron elegidos”.

Con sus lamentables declaraciones, el reelecto gobernador de La Rioja no solo puso de manifiesto su desprecio por la insustituible tarea periodística, sino que confirmó, según su nefasta concepción, que los medios de comunicación solo pueden estar al servicio del poder político.

Nada de esto puede sorprendernos, ya que el año último Quintela amenazó con bloquear en su provincia señales televisivas de Buenos Aires como TN y LN+, al tiempo que propuso crear una red de canales de TV oficialistas.

Su propuesta coincide con su vocación de limitar la independencia del Poder Judicial y de poner a los magistrados al servicio de sus propios intereses políticos. Ya ha venido dando suficientes muestras de esto con la designación de su sobrina, Karina Brizuela, en el Superior Tribunal de Justicia. Pero ahora no solo propicia que la convención reformadora de la Constitución provincial discuta la periodicidad de los jueces, sino también la creación de una “comisión especial de notables” con facultades para “revisar las sentencias”, toda vez que se trate de “cosas de interés público o intereses de las mayorías populares”.

Los recursos de la Nación que recibe La Rioja no se destinan a transformar la provincia, sino a financiar el sostenimiento de la oligarquía gobernante

Nada de esto puede extrañar de alguien cuyo gobierno se asimila a un clan familiar y que ha llenado de parientes las aproximadamente 40 empresas estatales de una provincia que alberga a 54.000 empleados públicos, de los cuales más de la mitad cobran sumas no remunerativas, contra solo 32.000 empleos del sector privado.

El modelo feudal y clientelista de Quintela explica el rechazo por la posibilidad de importantes inversiones privadas en minería, tanto como el descuido del sistema educativo en La Rioja. Cuando se desalienta la educación, se hace lo propio con el progreso, y las opciones para los jóvenes pasan a no ser otras que emigrar de la provincia o someterse a los designios de la oligarquía que distribuye discrecionalmente los recursos públicos entre sus dependientes votantes.

Pese al desprecio que, al igual que su par formoseño, Gildo Insfrán, siente Quintela por los porteños –de ellos, dijo despectiva e infundadamente que no producen ni un tornillo–, su gobierno nepotista es financiado en buena parte por la población de la ciudad de Buenos Aires. La recaudación fiscal de La Rioja apenas alcanza para cubrir alrededor del 9% del presupuesto provincial; el resto se financia con recursos de la Nación. Se trata de recursos que, tristemente, no se destinan a transformar la provincia, sino fundamentalmente a financiar el sostenimiento de la oligarquía gobernante.

La nueva etapa que se avecina tras la reelección de Quintela no solo supone más atraso y clientelismo, sino también el creciente peligro de un mayor deterioro institucional, incluido otro experimento para licuar al Poder Judicial y someterlo definitivamente al poder político.

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