El drama de las economías regionales: escasez de mano de obra, brecha y pérdidas

El bloque del NOA le aporta al comercio exterior argentino el 5,7 por ciento del total de las exportaciones. De esta porción, el 65,3 por ciento son productos primarios. La aceituna es la reina en La Rioja y Catamarca, mientras que el tabaco es la producción emblemática de Salta y Jujuy, y los cítricos se destacan en Tucumán.

«Venimos de un año bastante malo en aceitunas de mesa. En aceitunas con destino de molienda y aceite el rendimiento fue más parejo», explica a El Cronista Comercial el empresario y productor José Hilal, presidente de la Cámara de Industriales Olivícolas de La Rioja.

Y agrega: «La aceituna tiene una característica, que son sus ciclos. Es decir, un año da en alta y otro año da en baja. Es como si un año la planta descansara. En 2021 la baja fue muy pronunciada, tuvimos el 30 por ciento de los niveles de producción. Este año no llegamos al cien por ciento de producción, pero tenemos en mesa un 50 por ciento más de fruta, y en aceite los niveles se mantienen. Estaremos en un global de 60 por ciento de la producción anual. Es una cosecha de buen nivel, aceptable, si bien no es récord».

La aceituna es un producto netamente de exportación, tanto que se vende allende las fronteras el 80 por ciento de la producción, y el 90 por ciento del aceite procesado. El principal destino de la oliva de mesa es Brasil, mientras los aceites viajan rumbo a los Estados Unidos y la Unión Europea.

Cuenta Hilal que «la Argentina ocupa el quinto puesto en el mercado, pero lejos de los líderes en cuanto a producción. La plaza es liderada por la cuenca del Mediterráneo, con España e Italia a la cabeza. Egipto también creció mucho. Nosotros entramos bien en contraestación, cuando hay faltantes».

Pese a que el producto no paga retenciones, se ha topado en Brasil con un problema que preocupa a los productores exportadores. «Extra Mercosur había aranceles, pero resulta que el bloque firmó un tratado de libre comercio con Egipto y ahora se están colando aceitunas egipcias por ahí, eso nos está haciendo un lío bárbaro», enfatiza Hilal.

Unos 600 kilómetros más al norte, en la provincia de Salta, Diego Gómez produce tabaco en el paraje Las Pircas. También tiene un tambo familiar, un feedlot y hace granos, que utiliza para alimentar los animales y completar así un ciclo virtuoso.

Aquí resurge la problemática de la brecha cambiaria y del azote del proceso inflacionario. Gómez dice que «todo lo que hacemos en cuanto al tabaco se exporta y se paga a dólar oficial. No sabemos el precio del tabaco hasta que se lo termina de vender. Empezamos a vender en enero hasta marzo o abril. Recién nos dieron el precio a partir de junio y nos reajustaron en julio o agosto. Hay un desfasaje y nos come la inflación».

Hilal, que hace aceitunas en La Rioja, y Gómez, abocado mayormente al tabaco, tienen una problemática en común: la escasez de mano de obra. «Este año no vinieron muchos cosecheros bolivianos porque no los favorece el tipo de cambio y porque no pueden mandar los dólares a su país. Ahora se empezó a corregir y está llegando alguna gente sobre la marcha. Hubiera sido bueno tenerlos a todos el 1 de febrero acá. Así se hizo más lenta la extracción», relata el riojano.

Un cosechero cobra $ 300 por cada cajón de 20 kilos. La expectativa promedio ronda los 10 cajones por día, «aunque en una finca cargada un cosechero experto puede llegar a hacer 15 o 20 cajones diarios», calcula Hilal. Sin embargo, hubo quienes al momento de la cosecha optaron por cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), unos $ 10.000. De allí también la escasez de empleados locales.

En agosto del año pasado el Gobierno dictó el decreto 514/2021 que habilita a las personas que cobran planes sociales a realizar tareas temporales en blanco sin perder los beneficios que les brinda el Estado. Así y todo, existió igualmente la merma laboral. Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria Argentina, le encuentra una explicación a esto: «Hay desconfianza. Algunos se animaron, se blanquearon y perdieron el plan igual«.

Gómez coincide y añade: «Cada vez se pone más complicado conseguir mano de obra calificada, si bien en el campo no se necesitan estudios universitarios para trabajar. Necesitamos tractoristas, maquinistas. El cultivo del tabaco siempre fue muy artesanal, desde su trasplantación a mano, se necesitaba mucha cantidad de gente. Hacemos 100 hectáreas de tabaco y llegamos a tener 150 personas trabajando en el campo».

La mecanización le permitió, en parte, resolver este entuerto. «Empezaron a aparecer máquinas que suplantan la mano de obra, como la plantadora de tabaco y la cosechadora. Es una herramienta que nos permite no depender tanto de los empleados, ya que cada vez hay menos».

Fernando Marengo, economista jefe de Arriazu Macroanalistas, remarca ante Apertura que «en la Argentina siempre que se habla de competitividad, de cómo les va a las economías regionales, se piensa en el tipo de cambio. Si devaluando se lograra competitividad, seríamos el país más competitivo del mundo».

Según Marengo, la única manera de hacer crecer y consolidar las actividades regionales pasa por llevar adelante las tan mentadas reformas estructurales. «Tenemos costos y contingencias laborales que invitan a la reforma laboral y la reducción de la conflictividad; costos financieros; problemas de logística vinculados a la falta de infraestructura como caminos y puertos; y una alta presión tributaria, donde se destaca el pago de Ingresos Brutos».

Las economías regionales tienen una dinámica propia. Cumplen un rol clave en el mercado doméstico y algunas han logrado hacer pie en la plaza internacional, aunque su performance exportadora esté muy a la sombra en el total de las ventas argentinas al exterior.

De acuerdo a los datos del 2021 del Origen Provincial de las Exportaciones, elaborado por el Indec, la región pampeana con sus cultivos extensivos y fuerte ganadería marcha a la cabeza con el 77,7 por ciento del total exportado. Allá lejos, la Patagonia representa el 7,7 por ciento; el NOA, 5,7 por ciento; Cuyo, 4,7 por ciento; y el NEA, 1,6 por ciento.

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