Es riojano, comparte el nombre con un campeón y brilla en Malasia: “Acá se vuelven locos”

Desde Vietnam, a las 4 de la madrugada en el continente asiático, Sergio Ezequiel Agüero le atiende el teléfono a LA NACION. Está de gira con su equipo y, sin ir más lejos, su nombre confunde a los amantes del fútbol. Más aún cuando sus datos personales se ponen sobre la mesa: es argentino -nacido en La Rioja hace 28 años-, se desempeña como futbolista de la selección de Malasia y tiene la misma vocación que lo llevó al estrellato al Kun… convertir goles.

Enfocado en la Copa del Sudeste Asiático, donde hizo su primer gol con la camiseta de Malasia ante Laos, Agüero le contó su historia a este medio, donde entre la injerencia de Julio Falcioni y su extensa estadía lejos del país, construyó una carrera emparentada por el apodo de su coterráneo.

Con infantiles en River y en la Academia Ernesto Duchini, de Rosario, el delantero llegó con edad de Séptima División a All Boys hasta recalar en el plantel de Primera, donde no tuvo la oportunidad de poder debutar. “Me subió Julio Falcioni, a quien le estoy agradecido por la oportunidad, pero sabía, de antemano, que a él le gustaban los jugadores experimentados y por eso no tuve la chance de jugar en Primera División”, deslizó.

Reconocido como el “Kun” por esas latitudes, el riojano se tomó siempre con humor el parentesco y relató una de las situaciones más curiosas por portar el nombre del reconocido exjugador del Manchester City y Barcelona: “Me confunden todo el tiempo y se sorprenden. Acá, en Asia, se vuelven locos y, por ejemplo, en el último partido que jugué contra Vietnam, de visitante, arranqué en el banco de suplentes y las cámaras se quedaban conmigo hasta cuando hice la entrada en calor, me perseguían por todos lados (risas)”. Y agregó, en la misma línea: “Ya se me hizo una costumbre y tengo que vivir con eso. En Argentina siempre me decían ‘Kun’ y uno se lo toma con gracia”.

Sin conocerlo personalmente, el “Kun malayo” subrayó que el contacto más cercano que tuvo con el streamer fue conocer a sus hermanos Mauricio y Gastón del Castillo, con quien comparte la pasión de ser futbolistas, aunque, tras alejarse del país, el vínculo se perdió.

En 2014, Sergio Agüero decidió finalizar su vínculo con All Boys y probar suerte en Hungría. De buen desempeño deportivo, el Genoa de Italia lo tuvo en sus planes, pero la falta de pasaporte desechó de lleno la oportunidad de mostrarse en una de las ligas más importes del mundo.

Con la idea de emigrar de Europa, un llamado para probar suerte en Malasia lo convenció. Al arribar al país asiático, su perspectiva cambió por completo y lo adoptó como su lugar en el mundo: “Me gustó la gente, el clima, la liga competitiva que hay. Me quedé, más allá de la cargada de mis amigos sobre la inexistencia del deporte que puede existir acá”.

En pareja con Eva y con dos hijos llamados Valentino y Milán, Agüero consiguió la nacionalidad de Malasia al estar cinco años en ese país. Como la vida del futbolista, los cambios de frente suelen presentar oportunidades únicas. Hoy en día, con su seleccionado compite junto a Laos, Singapur, Vietnam y Myanmar –antes llamado Birmania- por un lugar en la semifinal de la Copa del Sudeste Asiático.

Con un contrato firmado con el club Pahang de esa nación, Agüero manifestó: “El país es hermoso, es otra cultura. Tiene playas hermosas, es todo muy moderno y podés comer por un dólar. A lo único que no me pude acostumbrar hasta ahora es al picante que le ponen a las comidas”.

Entre las gratas coincidencias de este deporte, la Argentina tiene dos Sergio Agüero, ambos futbolistas, con un recorrido diferente, pero con algo en común: ambos celebraron la obtención de la Copa del Mundo en Qatar.

Por Federico Marín para La Nación