Los depósitos provinciales sufrieron una caída promedio del 24% real en octubre. La administración de Quintela resiste el derrumbe que golpea al Norte Grande, pero queda expuesta ante la solvencia de Mendoza y San Luis. El costo de sostener el gasto corriente con ahorros en un contexto de asfixia nacional.
La gestión de los recursos en tiempos de «motosierra» dividió al país en tres: los que quiebran, los que aguantan y los que ahorran. Un informe sobre la variación real de los depósitos provinciales en octubre expuso la estrategia financiera de La Rioja: el gobierno de Ricardo Quintela eligió el camino del desahorro moderado para sostener la actividad, asumiendo una pérdida de liquidez del 11,7% interanual.
El dato revela que la provincia financia parte de su funcionamiento quemando ahorros bancarios. Si bien la cifra es negativa, la lectura política ofrece un matiz importante: La Rioja administra su declive con mayor destreza que sus pares del Norte, evitando el colapso de caja que sufren distritos vecinos, aunque mira de lejos el «milagro financiero» de la región de Cuyo.
El mapa del rojo fiscal
El promedio nacional marcó una caída del 24,3% en los depósitos de las jurisdicciones, señal inequívoca de que la mayoría de los gobernadores debieron meter mano en el «chanchito» para pagar sueldos y proveedores ante el recorte de transferencias nacionales.
En este escenario de tierra arrasada, La Rioja (-11,7%) logró flotar a mitad de tabla. El contraste con el resto del pelotón peronista y provincial resulta dramático: Corrientes vio evaporarse sus depósitos en un 75,3%, Misiones cayó un 67,8% y Salta un 64,9%. Frente a esos números de catástrofe financiera, la merma riojana parece un costo calculado para mantener la paz social sin detonar las cuentas públicas por completo.

La envidia cuyana y el fenómeno patagónico
Sin embargo, la preocupación para la Casa de las Tejas no viene del norte, sino del sur y del oeste. El gráfico de Raíz Federal expone una fractura regional que deja a La Rioja en desventaja frente a sus competidores directos por inversiones.
Mientras Quintela pierde reservas, sus vecinos de Cuyo nadan en liquidez. Mendoza incrementó sus depósitos reales un impresionante 72,1% y San Luis un 29,3%. Estos distritos, con administraciones de otro signo político y matrices fiscales más ordenadas, lograron no solo no gastar sus ahorros, sino incrementarlos en plena recesión.
Mención aparte merece Río Negro, que lidera el ranking con un salto del 168,4%, un fenómeno explicado por el ingreso de dólares frescos vinculados a la energía y las expectativas del GNL, sectores donde La Rioja hoy no participa.
La frazada corta
El análisis final para el equipo económico de Quintela resulta agridulce. La provincia evitó el descalabro de liquidez que hoy paraliza a Corrientes o Formosa (-52,2%), pero la tendencia decreciente del 11,7% enciende una luz amarilla.
Sostener el nivel de gasto, los bonos y la estructura estatal con un flujo de caja que se achica mes a mes tiene un límite temporal. Sin el auxilio de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) discrecionales y sin un sector privado que aporte recaudación genuina al nivel de Mendoza o Neuquén, La Rioja consume su stock de capital. El desafío para 2026 será cómo revertir la curva y volver a acumular reservas antes de que el «colchón» bancario se vuelva demasiado fino para amortiguar la crisis.