La Rioja, la «isla» del ajuste: perdió casi el 12% del empleo privado, no recibió fondos extra y quedó fuera del mapa de inversiones

Los datos oficiales de septiembre confirmaron el derrumbe: la provincia destruyó 3.868 puestos formales desde el cambio de gobierno, una caída del 11,8% que la ubica entre las peores del país. Sin proyectos RIGI a la vista y excluida del reparto de ATN de diciembre, la administración de Quintela quema ahorros para sostener un modelo que cruje.


La estrategia de «resistencia» política que Ricardo Quintela montó desde La Rioja contra la Casa Rosada comenzó a mostrar su factura más costosa en la economía real. Un nuevo informe de la Secretaría de Trabajo de la Nación, procesado por la consultora Politikon Chaco, reveló que la provincia entró en una espiral de destrucción de empleo privado de la que no logra salir. Mientras el gobierno provincial discute federalismo en los tribunales, el mercado laboral local se desangra: La Rioja perdió el 11,8% de su masa de asalariados privados registrados desde noviembre de 2023.

El dato es demoledor. En términos absolutos, desaparecieron 3.868 empleos formales en menos de dos años. Solo Santa Cruz, con una baja del 15,6%, exhibió un desempeño peor en todo el territorio nacional. La Rioja no solo no genera trabajo genuino, sino que expulsa al capital humano existente, consolidando su perfil de dependencia estatal extrema.

Septiembre negro y la comparación regional

Lejos de encontrar un piso, la caída se profundizó en septiembre de 2025. La provincia registró una baja mensual del 0,6% (173 empleos menos en un mes) y un retroceso interanual del 3,1%.

Al observar el ranking de empleo privado cada 1.000 habitantes, la debilidad estructural queda expuesta: La Rioja cuenta con apenas 70 empleados privados por cada millar de personas, muy por debajo del promedio nacional de 119 y a años luz de distritos dinámicos como Neuquén (211) o CABA (488).

La comparación con sus vecinos agrega dramatismo a la estadística. Mientras La Rioja cae, Neuquén creció un 3,1% desde el inicio de la era Milei y Mendoza logró un leve repunte del 0,2%. Incluso San Juan, con una caída moderada del 1,5%, logró amortiguar el impacto mucho mejor que el distrito riojano.

La billetera vacía: exclusión de los ATN

El colapso del empleo privado llega en el peor momento financiero para la provincia. Diciembre marcó un récord en la distribución de Aportes del Tesoro Nacional (ATN), con la Nación girando $66.500 millones en la primera quincena para asistir a las provincias.

Sin embargo, el reparto fue selectivo. Tucumán ($20.000 millones), Misiones ($12.000 millones) y Chaco ($11.000 millones) recibieron oxígeno financiero. Incluso Catamarca y Salta tienen fondos devengados. La Rioja, en cambio, miró la transferencia de recursos desde la vereda de enfrente. El gobierno de Milei cerró el grifo para Quintela, obligándolo a afrontar el pago de aguinaldos y bonos sin auxilio extra.

Sin RIGI y con sueldos de subsistencia

La falta de empleo genuino tiene una correlación directa con la ausencia de inversiones. El mapa del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) muestra a La Rioja como una zona blanca, sin proyectos aprobados ni en evaluación, mientras sus vecinos captan miles de millones de dólares.

San Juan lidera con USD 25.029 millones y Catamarca suma USD 8.654 millones. La Rioja, rica en recursos pero pobre en seguridad jurídica, quedó aislada del boom minero que impulsa a la región.

Esta desconexión del circuito productivo condena a los trabajadores riojanos a salarios deprimidos.

El sueldo promedio en la provincia es de $841.428, ubicándose entre los más bajos del país, mientras que en Neuquén —donde sí hay inversión privada— el promedio asciende a $2.659.048.

Quemando los ahorros

Ante la falta de ingresos privados y el corte de fondos nacionales, la administración provincial recurrió a sus reservas.

En octubre, los depósitos provinciales de La Rioja cayeron un 11,7% en términos reales, mientras que Mendoza (+72,1%) y San Luis (+29,3%) lograron incrementar sus ahorros.

La foto de fin de año muestra a una provincia que opera como una isla: desconectada del financiamiento nacional, fuera del radar de inversiones privadas y con un mercado laboral que, lejos de rebotar, sigue destruyendo puestos de trabajo mes a mes.