Ya pasaron 1.000 días, según difundió el secretario general de la Gobernación, Armando Molina. Desde aquel 10 de diciembre de 2019 al 4 de septiembre de 2022 cada día más firme: lo único que no se compra es el tiempo. Se fue el año y ¿hasta el primer mandato del Gobierno de Ricardo Quintela?.
Primero desde la Casa de Gobierno se argumentaba que la pandemia no los deja aplicar sus ideas y ahora -aunque no lo manifiestan- es la acabada administración de Alberto Fernández y Cristina Fernández, aunque deben llegar al 10 de diciembre de 2023.
Hay que dejar en claro que Quintela es el gobernador que más dinero por habitante ha recibido en la historia de La Rioja. Nunca se conoció tantos recursos en efectivo que engrosaran las cuentas bancarias del peronismo gobernante. Es más, nunca el actual mandatario se imaginó encontrarse con tantos fondos de libre disponibilidad.
Por ello, se dio el lujo de destinar más de 1.000.000.000 de pesos para la compra de colectivos (muy grandes para las calles de la ciudad) destinados a la SAPEM Rioja Bus (se supo el monto por un intendente de Santa Fé), como así también alquilar un avión por 100.000.000 de pesos para crear Alas.
Ni hablar de comprar una plaza para el basquetbol o ser el gobernador que más partidos adquirió de la Copa Argentina. Se hablan de cifras que asustan por la situación en la educación y la salud.

Como será la «viva» que llega desde Buenos Aires que el justicialismo dominante sancionó una ley para renovar todo el parque automotor estatal, a pesar que en la pandemia se levantó una carpa en el ingreso del hospital Enrique Vera Barros.
No hay que olvidarse que La Rioja tiene un equipo de carrera de autos y motos (TN, rally, enduro, entre otras categorías) para saber lo que ha pasado en los últimos dos años en la provincia. Ni la rica provincia de Córdoba se animó a tanto.
Hoy Quintela dispone de casi 14.000.000.000 de pesos mensuales para pagar los salarios más bajos del país (que están detrás del proceso inflacionario que este año rondará el 100%) y de tener el poder absoluto, a través de los superpoderes que le otorgó el peronismo de la Legislatura.
Más allá de las quejas subterráneas, el justicialismo -salvo pocas excepciones- se ha transformado en una dirigencia rentada, como sucede con los chalecos rojos, aunque con otros montos en los recibos de sueldos. Nadie dice nada, todos en silencio, a pesar de que la lluvia de dinero es un absurdo en la realidad que vive la mayoría de los riojanos.
Para muestra vale un botón: se financian partidos de padel y la semana que se inicia habrá un nuevo paro en el sector de salud, ese mismo que lo elogiaban por el Covid.
La contradicción permanente se da en un gobierno que pinta todo de rojo, ya que se considera federal, pero su sueño frustrado es el votante de la Capital. Construye grandes plazas para decirle «mega parque» porque la sombra de los anteriores gobiernos ya no los deja dormir.

Se habla de miles de casas entregadas o en construcción cuando la zona Sur se hizo en otro gobierno o se toma como propia las criticadas SAPEM que también vienen de años atrás, como las obras viales y hasta los proyectos en danza porque la gestión actual se ha caracterizado por la organización de eventos para profundizar el plan «circo sin pan».
Hasta potencia el parque industrial, pero no explica que está casi todo subsidiado (desde la energía hasta los trabajadores).
1.000 días de gestión con una pandemia terrorífica, pero beneficiosa para el gobierno por los millones que llegaron y no se ven en los barrios, en los pueblos y en la gente.
Ahora hará lo imposible para mantener el poder, tratará de relanzar su propio relato y hasta echará culpas. Lo que si, cada día crece más es la pregunta en La Rioja: ¿A dónde está la plata?