La industria de la moda es un ejemplo de la velocidad con la que en tiempos de precios descontrolados migra de aliada a enemiga. Claro está, no se puede generalizar: tiene dos ejes bien diferenciados. Uno es el textil que engloba a los hilanderos, los que hacen tela y los tintoreros que le dan color y otro el de la indumentaria adonde están las marcas principales que, pese a lo que se suele creer, concentran solo el 25% de las ventas totales.
La fase textil y principalmente los hilanderos se negaban a firmar un acuerdo de precios y algo se rompió definitivamente pese a que el viernes estamparon su firma por un congelamiento que estará vigente hasta el 1 de diciembre. La presión fue tal que inclusive en las jornadas de Protextil -donde juegan de local- los gobernadores de Catamarca y de La Rioja, dos de las provincias donde están las principales plantas textiles, dijeron ante un auditorio de 500 personas que se debía firmar el acuerdo. Ambos gobernadores habían tenido contacto estrecho con el ministro de Economía, Sergio Massa.
“Tenemos identificados los beneficios fiscales, los créditos a cuota fija, el financiamiento con bonos de capital, los aportes y contribuciones que pagan entre otras cosas. No les convenía pasarse de listos”, afirma imperativo otro funcionario de Economía, con relación a uno de los jugadores de más alto perfil dentro del mundo protegido. La luna de miel terminó, según el diario La Nación.
De ahí que se tomó una decisión definitiva. Para ello tienen un informe reservado en el que se habla de ese sector como un “ventajero” que aprovechó la realidad argentina para aumentar muy por encima de la media. Cabe distinguir que se refieren expresamente al de hilados adonde cinco jugadores son los principales y no al de indumentaria adonde se cerró el acuerdo de congelamiento el 22 de septiembre pero se postergó el anuncio porque faltaba esa pata de la cadena.
“El mundo Protejer jugó de juez y parte durante unos años de la gestión de Fernández cuando Ariel Schale, exdirectivo de la industria -hombre de confianza de Teddy Karagozian-, fue uno de los responsables de la Secretaría de Industria. Eso ya no sigue”, afirmó anoche una alta fuente del Gabinete. En el documento se asegura que los aumentos en moda y calzado fueron “totalmente anómalos en la Argentina”. “Por lo general, el sector textil suele mencionar la carga impositiva y la ‘renta shopping’ como explicativos de por qué la ropa es cara en Argentina respecto al resto del mundo pero eso no es real”, sentencian. Hablan de una baja oferta que se debe a una mayor protección comercial que engrosó los márgenes empresariales, resume el informe que circula en Economía y que tiene varios gráficos comparativos de la Argentina versus el mundo. Al punto que existe la alternativa de abrir el mercado si comprueban abusos.
Matías Tombolini, secretario de Comercio, tuvo por estos días un cambio de rol. En las empresas se encuentran sorprendidas porque volvieron prácticas de la gestión de Guillermo Moreno. Las llamadas telefónicas a los celulares directos están a la orden del día y no solo a empresarios argentinos. Hay dos mesas diarias del gabinete económico, a las 8.30 y a las 9.30, y cuando detectan un desvío de precios se llama directamente a los ejecutivos. “La presión es bielsista. Trato que no respiren con argumentos y que retrotraigan las avivadas”, afirmó una alta fuente de Comercio con relación al modus operandi. “No somos Moreno. Tenemos buenos modales y fundamentos técnicos pero no queremos que nos traten de b…”, se defendieron, al mejor estilo K.
Esa historia está reflejada en la nota titulada «La guerra de los 100 días: qué hay detrás de la “luna de miel” de Cristina Kirchner y Sergio Massa».
Según la nota, Manzur, Cabandié y Scioli podrían ser relevados del gabinete; se vienen más salidas de la mesa chica de un presidente cada vez más solo, hay un informe reservado sobre la “avivada” de los textiles y reuniones privadas en las que se sincera la crítica situación; los funcionarios tapados y las multas que vienen. La firma José Del Rio para el diario La Nación.