¿Con Armando se repetirá la misma historia de los vice que desconocen a los gobernadores?

Armando Molina nunca soñó lo que está viviendo en el mismo despacho que ocupó Roberto Catalán, ex secretario de Comunicaciones de Carlos Menem y ex secretario general de la Gobernación de Ángel Maza, y actualmente asesor del quintelismo.

Hoy Molina es el ídolo de la política de La Rioja y construye su propio poder. Muchos creen que piensa en la Intendencia de la Capital, pero estar en el mismo despacho de Catalán es un escalón para llegar a la Gobernación.

Molina se apropió del quintelismo que no puede atender el propio Ricardo Quintela y lanzó su campaña para ser vicegobernador, mientras que el primer mandatario negocia en la Casa Rosada el adelantamiento de las elecciones provinciales. Una fecha podría ser el 14 de mayo, pero el Gobierno busca que no se enoje el presidente Alberto Fernández, el dueño de la caja, quien fue invitado para inaugurar obras en La Rioja.

En la misma sintonía de ocupar la vicegobernación está el chileciteño Fernando Rejal, el mismo que ya fue dos veces candidato en ese lugar con Quintela. El ministro de Producción dice que es su turno y tiene como laderos a Ariel Puy Soria, Adolfo Scagioli y Santiago Azulay. El gobernador está en la disyuntiva de sumar a Chilecito en la fórmula.

Pero más allá de las conjeturas luego del 10 de diciembre de 2023, cuando ya asumen los nuevos, se pone en discusión de los que vendrán. Si fuera Quintela otra vez mandatario provincial todos saben que ya no tiene más chance de seguir y por eso, es clave quien lo secunde.

Mientras que Florencia López se ilusiona con seguir en la Legislatura, aunque está muy sola, Molina saca todos los pergaminos de ser «el hermano del alma» de Quintela. Sin embargo, se han sucedido varias situaciones políticas para analizar.

Cuando Luis Beder Herrera fue vicegobernador se dio el lujo de desconocer a dos gobernadores: Ángel Maza (a quien lo destiyuyeron) y Bernabé Arnaudo (quien no pagaba los salarios).

Y el famatinense también tomó de la misma medicina, ya que Sergio Casas que había sido su vice al llegar a la Gobernación lo echó a Ricardo Guerra (ex ministro de Hacienda) y lo sacó al propio Beder Herrera, quien pensaba que volvería otra vez a la Casa de las Tejas.

Casas le traspasó la caja del Estado a Quintela y Florencia López no lo puede hacer porque la fórmula fue simplemente un acuerdo pegado con saliva.

Hoy Quintela mira más allá y por eso, el interés sobre el Tribunal Superior de Justicia debido que le garantiza paz interior, la desaparición del Tribunal de Cuentas y la cooptación de la Cámara de Diputados. Ahora volverán las discusiones políticas con selfie del armado del oficialismo, pero Quintela ya lo tiene decidido porque la caja manda.

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